‘Respect’: si de verdad te gusta Aretha Franklin, no veas esta película sobre Aretha Franklin

Siguiendo prácticamente al pie de la letra la férrea fórmula dramática tan común entre los 'biopics' musicales, ‘Respect’, dos décadas de la vida de Aretha Franklin —desde su infancia, durante la que cantó en el coro de la iglesia de su padre, hasta la del disco superventas ‘Amazing Grace’, recogida en un magnífico documental homónimo estrenado hace un par de años—, es una tupida colección de momentos importantes. El director Liesl Tommy rememora la evolución de una timorata niña negra de Detroit educada en la iglesia baptista, sometida por su padre y después maltratada por su marido y manager Ted White, hasta convertirse en la Reina del Soul; y para ello recurre a una rutinaria recopilación de conflictos personales, artísticos y políticos en la vida de la mujer que prescinde de las reacciones psicológicas y emocionales del personaje a esos sucesos. La película en ningún momento permite a Aretha pronunciarse acerca de sus traumáticas experiencias infantiles, sus impulsos musicales, sus aspiraciones profesionales, sus anhelos personales o sus relaciones sentimentales.

La vemos grabar canciones que se convertirán en míticas y hacerse así famosa y rica, y entretanto sucumbir a lo que ella misma llama sus “demonios”; se rinde al alcoholismo y echa a perder varios conciertos hasta que, llegado el climático momento, insiste en cantar góspel en la iglesia para sellar su recuperación. Mientras la contempla, ‘Respect’ se muestra especialmente sólida y conmovedora en aquellos momentos durante los que se concentra en la música y, en especial, en el proceso a través del cual Aretha despliega su sensibilidad sobre las canciones y en su capacidad para inspirar a otros músicos.

Tráiler de 'Respect'

Las convenciones consustanciales al subgénero son muchas y muy reconocibles, y la película las maneja casi todas. En ella no faltan los cameos de figuras ilustres que aparecen en escena tras ser introducidas por su nombre para que el espectador pueda reconocerlas, las reproducciones de momentos icónicos, los sucesivos párrafos de diálogo expositivo que proporciona contexto histórico y los montajes que pasan sobre algunos momentos álgidos y algunos momentos críticos de su protagonista a toda velocidad. Incluso aquellos espectadores que no sepan nada de la vida de la cantante ni de los altibajos que protagonizó a lo largo de ella serán capaces de prever en todo momento adónde se dirige el relato.

A lo largo de su metraje, decimos, Tommy no logra estimular nuestra implicación emocional con el periplo de su heroína, y eso es así en buena medida porque la trata con tanta admiración que nunca deja de ser un icono para convertirse en una persona. Para subrayar la admiración que siente hacia la resiliencia de Aretha, el director estructura su biografía alrededor de los sucesivos hombres a los que sobrevivió y que le dejaron marcas imborrables, pero esos intentos de usar a la cantante como ejemplo de empoderamiento femenino resultan vanos porque, por otra parte, en ningún momento llega a ser más que un mero significante de su música —los intentos de destacar su compromiso con los movimientos por los derechos civiles, por ejemplo, son demasiado vagos como para contribuir realmente a nutrir su personalidad— o como un receptorio de sufrimiento. Pero incluso esos momentos de dolor —los problemas con la bebida, sin ir más lejos— resultan superficiales, porque la insistencia de la película en constatar la grandeza de la diva le impide prestarles la atención que merecen.

Tommy no logra estimular nuestra implicación emocional con el periplo de su heroína

En todo caso, por supuesto, la música a bordo de la que esa colección de lugares comunes avanza es estupenda —canciones como ‘I Never Loved a Man (The Way I Love You)’, '(You Make Me Feel) Like a Natural Woman' o la que da título a la película—, y en la que posiblemente sea la mejor secuencia de la película hasta se nos muestra cómo se construye una gran obra de arte sonoro. Jennifer Hudson, en su día ganadora del Oscar gracias a ‘Dreamgirls’ (2006), por su parte tiene talento más que suficiente para honrar esas melodías inolvidables, y lo hace sin caer en la tentación de imitar las maneras vocales de la mujer que las hizo famosas. En general, la actriz ofrece una interpretación impecable de Aretha, y por momentos deja entrever lo que ‘Respect’ podría haber sido si sus responsables no hubieran tratado todo lo que rodea su trabajo actoral, las canciones que canta y el vestuario que viste de forma tan convencional.

Fuente: El Confidencial