‘Operación Camarón’: la comedia española que aspira a reventar la taquilla

En casi dos décadas como actor de cine y televisión con personajes tan incrustados en el ADN de la cultura pop como Vicentín en 'La hora chanante' Juancarlitros ('No controles', 2010) o el Cuco de 'Torrente 5' (2014), Julián López ya puede considerarse como historia de la comedia española. Un José Luis Ozores del siglo XXI que se ha convertido en el estereotipo del ingenuo entrañable, el personaje patoso que conquista por su candidez, pero que ha logrado saltar de los roles secundarios al reclamo principal. El conquense de los 'chanantes' siempre es el personaje discordante y estrafalario, la nota disonante que busca abrirse un hueco por derecho propio. Y esto es lo que ocurre en 'Operación Camarón', la última comedia de Carlos Therón, uno de los directores que han venido a renovar el género y alejarlo todo lo posible del caca-culo-pedo-pis patrio, aunque para ello haya tenido que amoldarse a la fórmula Mediaset del 'remake' de pedigrí italiano, como también lo fue 'Lo dejo cuando quiera', la segunda película española que más recaudó en 2019, por detrás del 'Padre no hay más que uno' de Segura.

Tráiler de 'Operación Camarón'

En esta ocasión, Manuel Burque y Josep Gatell han adaptado a la idiosincrasia regional española la historia de 'Song E' Napule' (2013), una comedia 'poliziesca' escrita por Giampaolo Morelli en la que un policía novato con dotes pianísticas acaba destinado en Nápoles, cuna de la camorra. Para desarticular una familia mafiosa, el agente debe infiltrarse en una banda de raperos, y 'maquearse' para pasar desapercibido. En su traslación a España, los guionistas han añadido un extra del regionalismo que tan bien ha funcionado desde que 'Ocho apellidos vascos' se convirtiese en 2014 en la película española más taquillera de la historia: Sebas (Julián López) es un niño vallisoletano prodigio del piano clásico que, por culpa del pánico escénico no ha podido consagrarse y que gracias al enchufe de una tía concejala acaba destinado en el archivo de una comisaría gaditana.

La comedia de Carlos Therón pretende ser el taquillazo del verano. (Disney)
La comedia de Carlos Therón pretende ser el taquillazo del verano. (Disney)

Si de Nápoles es oriunda la camorra, en Cádiz el estrecho propicia el tráfico de drogas y se propone como el escenario ideal para una trama de mafiosos, pistolas y fusión flamenco-trap. Al conocer su talento al piano, la Policía lo infiltra en Los Lolos, una banda local de reguetón a la que uno de los cabecillas de la red de narcotráfico ha contratado para actuar en la boda de su hija. Una premisa absurda que marca el tono de una historia pensada como puro divertimento y que gracias a un reparto ensamblado y disfrutón consiguen que la comedia funcione como un tiro.

La fórmula Mediaset es infalible: comedia desenfadada, familiar y no demasiado imbricada con un reparto encabezado por un rostro muy popular afín a la cadena y un plus de choque identitario entre norte y sur, ciudad y campo, padres e hijos o cualquier dualidad susceptible de enfrentarse. En 'Operación Camarón' —nombre dado por los tatuajes del rey del flamenco que exhiben los miembros de Los Lolos—, reinciden en el clásico tópico que representa a los castellanos —y, en particular, a los de Valladolid como gente austera y encorsetada, excesivamente racional e incapaz de dejarse llevar por sus emociones, en contraposición a los andaluces, viscerales y festivos, que solo piensan en ir de farra y en comer pescaíto frito. Sin embargo, y a pesar de todos los contras que tiene de base el concepto manido y 'formulaico' de la propuesta, Therón consigue aportar frescura, ritmo y gamberrismo, aunque sin llegar al nivel de 'Lo dejo cuando quiera'.

Natalia de Molina es la mánager de Los Lolos en 'Operación Camarón'. (Disney)
Natalia de Molina es la mánager de Los Lolos en 'Operación Camarón'. (Disney)

La falta de prejuicios y de decoro y el exceso de disparate, una vez abrazados, resultan liberadores tanto para el público como para los creadores. El juego con los acentos, con las identidades, no sirven para señalar ni hacer mofa, sino que se celebran. Se buscan las fórmulas para colocar el rito y la costumbre en un espacio inédito —mención especial para la reunión del comisario devenida en ensayo chirigotesco— y las convenciones de género de forma autoparódica. La banda sonora —a cargo de Luitingo—, machacona y casi siempre integrada en las actuaciones del grupo de los protagonistas, funciona a la vez como caricatura de la fórmula del reguetón y, a su vez, como una composición revientapistas con todos los mimbres de éxito del verano.

El guion recurre al chiste burdo, pero no soez. Es el humor idiota —en el buen sentido de la palabra— que solo exige comprar la entrada y dejarse llevar. Y además de Julián López, que a pesar del protagonismo saca adelante el papel más desagradecido, la película crece con el frontón interpretativo entre Carlos Librado, más conocido como Nene, a quien hemos visto en papeles de acción ('Gigantes' y la Trilogía del Baztán) y Natalia de Molina, dos de los grandes puntales de un reparto que, además, no ha caído en las elecciones obvias y que alejan a los actores de sus registros habituales. Therón parece haber encontrado la especia adecuada para mantener el público de las comedias de barra de bar que siempre han funcionado en la cartelera española —en 2017 dirigió 'Es por tu bien', largo prototípico del realizador televisivo bajo el ala de la cadena— y no ahuyentar a quienes prefieren el humor posmoderno. En el cine de Therón nada es nuevo, pero lo parece.

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Fuente: El Confidencial