La Pasión de Britney Spears: cómo una estrella del pop adolescente reveló nuestros pecados

Britney Spears pasó las últimas semanas de 2006 trasnochando a diario. Algunos fotógrafos la retrataron a la salida de una discoteca, con restos de vómito en la ropa. Pero aquella no era ni de lejos la primera imagen del derrumbamiento de la estrella del pop adolescente. Con 25 años, acababa de divorciarse del padre de sus dos hijos y todo el planeta la había visto llorar en entrevistas, en centros comerciales, en restaurantes y en su coche. Los 'paparazzi' la perseguían y vendían cada exabrupto a precio de riñón. Las portadas de los tabloides anunciaban lo que después se consumaría en una imagen que ya es un símbolo: la de Britney Spears sonriendo y afeitándose el pelo.

"No quiero que nadie me toque. Estoy cansada de que todo el mundo me toque", decía mientras se rapaba a sí misma, sonriendo. Sus mechones, restos de la crisis que la llevó a ingresar en un centro de desintoxicación, se subastaron en eBay y la puja alcanzó el millón de dólares. "Britney Spears produce ese efecto en la gente. Todo el mundo estaba obsesionado con ella", sostiene Juan Sanguino, periodista que acaba de publicar una biografía de la cantante ('Britney: One More Time'). Sanguino recoge este episodio como un punto de inflexión en la vida de la artista. El mundo había consumido a aquella niña rubia sureña hasta la saciedad. Lo que estaba por venir, hasta el reciente juicio que revocó la tutela legal de su padre, es la historia de una mujer sepultada por pecados propios y colectivos. Un mito pop que encarnó las preocupaciones culturales de las últimas décadas (la revisión de la misoginia, la creciente sensibilidad por la salud mental) y empujó a la sociedad a examinarse a sí misma.

Cubierta de 'Britney'. (Bruguera) Cubierta de 'Britney'. (Bruguera)

"No hay una historia como la de Britney Spears, porque no existe nada comparable desde el punto de vista narrativo, mediático, dramático… Es una tragedia personal, casi desde su infancia, con momentos de comedia negra y de terror", opina el autor. "Y desde el punto de vista simbólico, en la biografía de Spears confluyen muchos mitos de nuestra civilización. La idea de la virgen y la mártir sacrificada por el espectáculo. Caperucita que se adentra en el bosque con los lobos. La imagen de la Lolita y de Pigmalión, la mujer creada. Desde hace 24 años, la gente ha consumido a Britney Spears como un producto y una historia de ficción, olvidándose del ser humano que hay detrás. Esa era la intención de este libro: retratar el simbolismo, pero también a esta mujer que consumimos y no conocemos".

Cuando Britney Spears firmó su primer 'hit', el que la llevó a la cima de la industria musical, todos los testimonios apuntan a que fue ella quien propuso anudarse el uniforme de colegiala al ombligo. Era el tema 'Baby one more time', en 1998. "El misterio no es quién decidió presentar a Britney como una colegiala sexy. Parece claro que fue ella", recoge Sanguino en el libro. "El misterio es hasta qué punto ella era consciente de lo que estaba haciendo. Y esa duda obsesionaría a la opinión pública durante años". La niña sureña y educada que se había iniciado en el 'show bussiness' en un programa infantil de Disney aparecía ahora con 16 años y una contradicción: "[Las mujeres jóvenes] debían ser traviesas, pero decentes. Sexis, pero virginales. Tentadoras, pero sin darse cuenta". Según relata Sanguino, días después Britney Spears fue portada de 'Rolling Stone' en ropa interior. El resto de su trayectoria fue un punto de no retorno hacia los momentos que vertebran la biografía: el acoso de la prensa, el juicio de la opinión pública sobre su virginidad, su vida sexual, sus parejas, sus excesos, la rapada del pelo, los ingresos en la clínica de rehabilitación…

Britney Spears nació en Kentwood, Luisiana, una ciudad de 2.000 habitantes. Fue la segunda hija de un matrimonio roto, con discusiones cada vez más violentas y agravadas por el alcoholismo de su padre, Jamie Spears. "A los Spears se nos conoce por las peleas. Y si resultaba que Britney estaba en medio, pues qué se le va a hacer. Al principio, la niña se asustaba ante las broncas, pero con los años se acostumbró a levantarse, marcharse y fingir que no pasaba nada", explicaba el tío de la cantante en una de las declaraciones recogidas por el periodista en su biografía.Una actitud mansa y dócil ante los adultos que, según relata el periodista, la cantante replicó ante 'managers', representantes y promotores.

Tras el éxito de 'Baby one more time', que lleva vendidos 30 millones de copias a nivel mundial, el erotismo y la ingenuidad que proyectaba la adolescente se convirtieron en asuntos de interés nacional. "Un empresario ofreció a Jive [la compañía discográfica de Spears] 10 millones de dólares por poder desvirgarla y esta conversación no solo se filtró a la prensa (por parte, sin duda, de alguien del entorno de la cantante), sino que después le preguntaron a ella qué opinaba de ello. Su respuesta: 'Es repugnante", cuenta la biografía.

"Un empresario ofreció a Jive [la compañía discográfica] 10 millones de dólares por poder desvirgar a Britney Spears"

Después, llegó 'Oops!… I Did It Again', el nombre de su segundo álbum de estudio y del segundo 'single' que alcanzaría la cima del pop global. Pronto, Britney Spears entró en una espiral de ascenso hacia la celebridad, de giras interminables, las críticas de la prensa, noches solitarias de hotel, ansiolíticos y antidepresivos. Encontró consuelo en la maternidad, pero un juez le quitó la custodia de sus dos hijos tras el divorcio en 2007, entre otras cosas, por su "continuo y habitual consumo de drogas". Aquella fue la época en que una Britney ya sin pelo protagonizó las portadas de los tabloides tras agredir a los 'paparazzi' con un paraguas.

En una de las crisis más mediáticas de la cantante, se encerró con sus hijos y se negó a entregárselos a su padre y exmarido. La policía acudió al lugar y cientos de fotógrafos capturaron la imagen de Britney Spears atada a una camilla, de camino a su ingreso en un hospital. Fue el momento en que su padre consumó una tutela legal por considerarla "mentalmente incapacitada". Desde el año 2008 hasta el año 2021, la biografía de Juan Sanguino relata los años en que Britney Spears continuaba en el centro de una maquinaria pop inagotable, pero no se le permitía manejar sus cuentas, ni comunicarse con el mundo exterior. Se monitorizaban sus conversaciones telefónicas y se controlaban sus contactos cercanos.

Britney Spears, con el cabello rapado, en la portada del 'Daily Mirror' en 2007. (Daily Mirror) Britney Spears, con el cabello rapado, en la portada del 'Daily Mirror' en 2007. (Daily Mirror)

En 2019, su ingreso en un psiquiátrico contra su voluntad disparó las sospechas de sus fans. Nació el movimiento 'Free Britney', que captó la atención de medio mundo y culminó con la revocación de la tutela legal de su padre en noviembre de 2021, tras 13 años. La biografía de Juan Sanguino encuentra en este momento su desenlace. Los detalles y testimonios que recoge, desde la infancia hasta el final del juicio, revelan que la tragedia de Spears fue también la redención de toda una cultura. La preocupación por el tratamiento de su vida sexual y privada, la emancipación e independencia de la mujer y el protagonismo de la salud mental. "Britney estuvo en el vórtice de todos los terremotos culturales de los últimos 25 años. Fue una celebridad que creció al mismo tiempo que internet se obsesionaba con ella, se convirtió en un experimento piloto de la cultura", sostiene el autor.

"Hemos utilizado la historia de Britney para autoexaminarnos y hacer un balance de nuestras propias equivocaciones". Entre las múltiples citas de críticos y periodistas musicales que escribieron sobre el trabajo de Spears y que Sanguino recupera, se encuentra este arranque de una del 'New York Times': "Britney es una calientabraguetas". O este comentario de Whoopi Goldberg tras su actuación en la gala de MTV en 2007: "Qué triste, parece una mala 'stripper". O este comentario de un anónimo que el telediario de ABC citó tras esa misma actuación: "Pues yo me la follaría".

"Solo su impacto en la industria de la música y en el pop ya la hace un gran icono cultural. Pero, además, que se haya convertido en un icono del revisionismo sobre la misoginia de la industria musical o mediática, y que haya abierto un debate sobre la salud mental…", opina Sanguino. "Esto engrandece y enriquece la figura de Britney Spears como icono cultural en el que hemos proyectado nuestras ansiedades como sociedad. Es un lienzo en blanco en el que hemos visto lo que queríamos ver. Cada vez que ha ocurrido algo importante en la cultura pop de las últimas décadas, Britney Spears ha servido como vehículo para expresarlo y observarlo". El periodista encuentra en la cantante una de las celebridades más citadas, aclamadas, adoradas, ridiculizadas y odiadas en los últimos años. "Eso hace de ella una figura casi milagrosa. Como hace cientos de años ocurría con los santos, la gente veía en ellos lo que deseaba ver. Ahora esto ocurre con la cultura reciente de las celebridades. Y, para entenderla, es importante comprender a la mayor de todas ellas".

Fuente: El Confidencial