¿Hay mala imagen de Eurovisión en España? Desmontando tópicos con un musicólogo

"Es política", "siempre ganan los mismos", "vamos a quedar en el última posición", "nos tienen manía"… Es prácticamente imposible que alguien no haya escuchado (o incluso reproducido) esta serie de clichés sobre Eurovisión. Si bien reúne cada año a aproximadamente 200 millones de espectadores en todo el mundo, las audiencias del festival en las televisiones públicas de cada país participante son el mejor indicador de su seguimiento y de su imagen a nivel local. En el caso de España, encontramos datos irregulares.

Con los datos de la consultora Dos30' en la mano, en 2021 la participación de Blas Cantó reportó 4.071.000 espectadores y un 29,4% de 'share' a Televisión Española, un descenso importante respecto a 2019 (36,7%) o 2018 (43,5%), años en los que los abanderados eran producto de 'Operación triunfo'. El 'talent show' de Gestmusic es garantía de éxito para la pública en cuanto a números, pero no de buenos resultados en el certamen europeo. ¿Por qué nos cuesta tanto cogerle el 'tranquillo'? ¿Realmente interesa tanto en España como en otros EEstados europeos? ¿A qué se deben las debacles de las candidaturas españolas en las últimas ediciones?

Blas Cantó, durante su actuación en Eurovisión 2021. (EFE/Robin Van Lonkhuijsen) Blas Cantó, durante su actuación en Eurovisión 2021. (EFE/Robin Van Lonkhuijsen)

Para responder a estas y a otras cuestiones, El Confi TV ha contactado con Eduardo Viñuela, doctor en Musicología por la Universidad de Oviedo, donde imparte clases sobre músicas populares urbanas y medios audiovisuales en el Departamento de Historia del Arte y Musicología. Analizar este relato de triunfos y fracasos españoles en el festival implica remontarse a 1968, año en que Massiel daba la primera y única victoria a España con el famoso 'La, la, la'.

Cuando Eurovisión era un escaparate

"En la década de los seesenta, la del desarrollismo, cuando se produce la apertura económica del régimen a Europa y al mundo, Eurovisión era un escaparate de la modernidad del país. Si vemos el vídeo musical de 'Un mundo nuevo', de Karina, artista que nos representa en 1971, aparecen las figuras de Don Quijote y Sancho Panza, la playa, un avión de Iberia para que se sepa que se puede llegar a España… Una serie de elementos que nos venden algo. El festival era una herramienta de ese programa político que pretendía vender la modernidad de nuestro país", apunta el musicólogo.

"En los sesenta, el festival era una herramienta para vender la modernidad de España"

Sin embargo, el contexto da un giro en los años setenta, cuando muere Franco y España se acerca a la democracia: "La modernidad ya no estaba ligada a los festivales de la canción. Hay que pensar que estos, como puede ser Sanremo, nacen precisamente con las televisiones públicas a finales de los cincuenta y, entre los setenta y los ochenta, hay un cambio en las herramientas de promoción, de gustos… Los ochenta son los años del videoclip a nivel internacional, algo distinto a lo que son los festivales de la canción, a cantar en directo, a valorar la presentación en escena".

Massiel, ganadora de Eurovisión 1968. (YouTube)

Fue entonces cuando España vivió su propia época 'oscura' en relación con Eurovisión. En 1984, el ente público dejó de apostar por emitir el concurso en la primera cadena, relegándolo a La 2 de TVE hasta 1992. En opinión de Viñuela, durante la década de los ochenta, el problema de Eurovisión no fue exactamente que se alejara de las tendencias musicales que arrasaban en Europa, sino que el propio formato no encontró la forma de encajarlas.

"Las canciones que todos recordamos de Massiel, de Julio Iglesias, de Raphael, o las más clásicas de los setenta, como 'Waterloo' de ABBA, sí se ajustaban bien a lo que era una presentación 'playback' de televisión o una puesta en escena en directo sobre un escenario. La cuestión es que el pop de los ochenta estaba pensado para vídeos musicales. Pedía unos recursos y unos lenguajes que el festival no supo captar", señala Eduardo.

¿Eurovisión hunde carreras?

Viñuela decide espantar esos tópicos asociados a la marca Eurovisión en España, como el de 'hundir carreras', y rememora todas esas trayectorias profesionales que el concurso puso a funcionar a partir de la década de los noventa: "El festival es algo que siempre ha estado ahí. Los que crecimos con la televisión de los ochenta y los noventa tenemos el recuerdo de Paloma San Basilio o Sergio Dalma, que lanzó su carrera con 'Bailar pegados'. O cómo recibimos en España a Laura Pausini cuando ganó Sanremo en 1993. Siempre hubo algún resquicio que mantenía la popularidad del evento".

"Chikilicuatre fue un éxito como evento familiar y transgeneracional"

"Una cosa que jugó a favor de Eurovisión fue la regularidad, eso de que llegue un sábado de mayo, se celebre el festival y la gente lo vea. No era una cosa que saturara, que fuese repetitiva. Eso sí, el impacto que ha tenido en España no es continuado. Hay años que nos va bien y otros que nos va mal. Solemos acordarnos menos de los cantantes del segundo caso, como de Lydia, que representó a España en 1999 y quedó última", explica el profesor, que añade que "siempre ha habido momentos muy concretos de conexión de los españoles con Eurovisión". Además del efecto 'Operación triunfo', sobre todo con Rosa López y con Beth Rodergas,él destaca la candidatura de Rodolfo Chikilicuatre: "Por mucho que nos avergüence, fue un éxito como evento familiar y transgeneracional".

El ejemplo de Suecia

Si hay un sitio en el que le tienen la medida completamente tomada a Eurovisión, ese es Suecia. Este año, la última gala del Melodifestivalen, el espectáculo en el que se elige al representante sueco, consiguió ni más ni menos que un 76% de cuota de pantalla para la Sveriges Television (SVT), la cadena pública del país nórdico. El prestigio de la preselección y la pasión por la música arrastran en masa a los telespectadores a conectar con la final del festival cada mes de mayo, con 'shares' que nunca bajan del 75%. Cifras impactantes para un Estado que supera por poco los 10 millones de habitantes.

Edurne, en su paso por Eurovisión 2015. (RTVE) Edurne, en su paso por Eurovisión 2015. (RTVE)

El éxito de Suecia en el certamen, con seis victorias en su palmarés, solo por detrás de las siete de Irlanda, tiene 'truco' y Eduardo Viñuela incide en ello: "Toda esa industria sueca de productores que componen para estrellas, como Max Martin para Britney Spears, y grupos que se fueron colando en el mercado como si fueran anglosajones, como Roxette, son hijos de un sistema educativo con un programa de educación musical integrado desde los sesenta. Además, fueron pioneros en introducir en esos programas la música pop rock, cuando aquí se consideraba, o al menos algunos estudios, como baja cultura o algo que no merecía la pena ser investigado".

Y es que, en las últimas 15 ediciones del concurso, hasta España ha recurrido a algún que otro músico sueco para dar forma a la canción 'eurovisiva' en cuestión. Thomas Gustafsson, más conocido como Thomas G:son, fue responsable de 'I Love You mi vida', que nos representó en las voces de D'Nash en 2007, de 'Quédate conmigo', para Pastora Soler en 2012, y de 'Amanecer', para Edurne en 2015.

La esperanza del Benidorm Fest

En opinión del docente, sin lugar a dudas, el Benidorm Fest es el camino a seguir para colocar Eurovisión en el lugar que se merece en este país: "Los propios eurofans vieron reconocida su labor de tantos años, son personas muy comprometidas. De repente, se vieron en el centro de todo, porque la sociedad opinaba y se posicionaba sobre el certamen. Es algo que quizá no hemos visto de forma tan clara nunca. En 'OT' tú podías ser de Rosa, de Chenoa o de Bisbal, pero el Benidorm Fest era algo totalmente desvinculado de un programa de televisión".

"El Festival de Benidorm se abrió también a nuevos públicos porque lo copó casi todo. Esto tiene que ver mucho con la difusión que se dio, el planteamiento de las galas, el cómo se sabía quién pasaba a la final y quién no. Todo el proceso que llevó a cabo TVE esa semana fue novedoso. Pesaron, además, los elementos identitarios en el caso de Tanxugueiras con Galicia. El ambiente en la ciudad estaba muy en la línea de Eurovisión", comenta Eduardo, que sitúa la clave del éxito en la participación del público, aun cuando las votaciones fueron una de las principales controversias de la primera edición.

"Eurovisión no es solo música, es TV en un contexto con muchos movimientos geopolíticos"

Según Viñuela, en años anteriores, la razón de los fracasos 'eurovisivos' españoles ha sido "la falta de base de población apoyando y participando en el proceso de elección del representante": "Los fans españoles no están en absoluto aislados del movimiento eurofan europeo. El hecho de que no haya habido un apoyo, una visibilidad, una identificación con esa forma de elegir al candidato ha jugado muy en contra de nosotros".

De cara a ediciones venideras del Benidorm Fest, el profesional sugiere que la organización estudie incluir música en directo y no solo voz y coros: "Es totalmente viable y más que deseable. Viendo Sanremo, se nota que la música en directo da al evento un punto de distinción que además lo entroncaría con una tradición de Eurovisión". Hay que recordar que, desde el año 2004, la normativa de la Unión Europea de Radiodifusión (EBU-UER) prohíbe expresamente la música instrumental en directo, por lo que, en caso de haberlos, los instrumentos han de estar desconectados sobre el escenario, siendo un mero elemento de 'atrezzo'.

La actuación de Rigoberta Bandini en el Benidorm Fest. (EFE) La actuación de Rigoberta Bandini en el Benidorm Fest. (EFE)

"La música en directo evitaría polémicas que son difíciles de solventar, como la eliminación de Luna Ki del Benidorm Fest por utilizar 'autotune', cuando Chanel tiene reverberaciones en la voz. También la del hecho de que uno de los concursantes finalistas participase a través de un videoclip, que eso ya ni siquiera es voz en directo. Hay ciertas incongruencias que quizá se podrían matizar y, además, darían un punto de distinción al festival", insiste Viñuela.

Por supuesto, el doctor en musicología acepta que entran en juego muchos otros factores que precisamente no nos han ayudado a conseguir buenas posiciones: "Un festival como Eurovisión tiene tantísimas implicaciones… Podemos hablar de música, pero, desde luego, no es solo música. Eurovisión es televisión y, además, televisión en un contexto europeo en el que hay muchos movimientos geopolíticos. Influye la propia demografía de los países, influyen los estilos musicales y el momento. Influyen cuestiones identitarias que van más allá de lo nacional. Por ejemplo, la implicación de toda la comunidad LGTBI con la candidatura italiana de este año".

Las fortalezas de Chanel

Para terminar, Eduardo Viñuela no deja escapar la oportunidad de diseccionar los puntos fuertes de 'SloMo', la canción con la que Chanel Terrero representará a España el próximo 14 de mayo en Turín. Un tema que se ha colado entre los más populares y que, por una vez, hace de España una de las favoritas a hacerse con el micrófono de cristal: "Ha tenido mucho impacto y muchas visualizaciones. En general, muy buena cogida por toda la comunidad eurofan. Es una canción diferente que utiliza ritmos latinos y un patrón de reguetón que es bastante esperable de nosotros. A nivel internacional, España, como país y como lenguaje, está asociada a todo lo latino".

Chanel, durante una actuación antes de Eurovisión. (EFE/Kiko Huesca) Chanel, durante una actuación antes de Eurovisión. (EFE/Kiko Huesca)

"Creo que la coreografía también es importante, con esa ralentización del movimiento de baile, o el uso del inglés y el español. Si en 2018 hubiéramos ido con 'Lo malo', de Aitana y Ana Guerra, creo que hubiéramos tenido una buenísima acogida. Podría haber sido más impactante, tenía un punto distintivo respecto a la balada con la que fuimos, que estaba bien, pero que era una balada más. De hecho, una de que las que están arriba en las apuestas este año, Ucrania, mezcla el rap con la música folk eslava. Chanel también tiene elementos en ese sentido. Además, 'SloMo' tiene muy buenos puntos de anclaje, tiene un momento de subida, pero no toda la canción está pensada para el estribillo, como la de Alfred y Amaia", concluye Viñuela.

Fuente: El Confidencial