‘Endeavour’: ¿cómo es posible que una serie de detectives sea tan adictiva?

Al final los amigos servían para recomendarte series. Después de media vida pensando que la amistad era un tejido de emociones duraderas donde el consejo puntual sobre amor, trabajo o familia, o el remanso conversacional en horas bajas o no tan bajas, eran sus grandes utilidades, hemos descubierto, gracias a las plataformas de vídeo, que su auténtica importancia está en recomendarte una buena serie. Ya valoramos a los amigos por las series que nos han hecho ver, y por las conversaciones sobre esa serie que han sustituido a las conversaciones sobre fútbol. La amistad queda averiada si exige series malas para que continúe. Pocos motivos mejores para perder un amigo que no poder soportar las series que ve.

'Endeavour' es una serie que solo puede recomendarte un buen amigo, no porque sea una gran serie —que lo es—, sino porque se necesita un poder de persuasión enorme, una vida entera de amistad, para que te convenzan de ponerte con ella. Va de detectives aburridos en Oxford con sombrero.

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Estos días ha llegado a Filmin su octava temporada, lo cual quiere decir que, en rigor, alguien la está viendo. Desde 2012, la producción británica ofrece mecánicamente tramas tradicionales que empiezan con un muerto y acaban con el asesino detenido. Entre medias, claro, se investiga un poco. Basta observar carteles de 'Endeavour', fotografías de sus personajes, para querer ver enseguida cualquier otra cosa, aunque sea 'El Equipo A'. No parece muy emocionante.

Tráiler de 'Endeavour' en Filmin

Opera también en contra de esta serie la hora y media de duración que tiene cada episodio, y que cada uno trata de un asunto y se toma mucho el té. Seguramente es la serie de todos aquellos para los que las escenas de sexo, sangre o escalofrío resultan aún indecentes. Es una cosa que le puedes poner a tus abuelos.

Por acabar de hundirla antes del punto de giro hacia el elogio, hay que decir que recuerda mucho a 'Cuéntame', que es como el 'Cuéntame cómo pasó' de la Inglaterra de los años sesenta en adelante con la planilla de una novela de Agatha Christie superpuesta al costumbrismo más inapetente. ¿Ya he dicho que no paran de tomar té? ¿Y sándwiches?

'Endeavour'.
'Endeavour'.

El caso es que solo una amistad forjada en las trincheras de la vida puede triunfar sobre tu voluntad de no ver 'Cuéntame' versión 'british'. Al final, quizá la empiezas a ver por perdonarle algo a tu amigo o amiga, o por conocer su mal gusto. Se trata ya de 33 episodios de hora y media de duración que obviamente van a impedir que hagas con tu tiempo libre algo más productivo, como ver, de hecho, 'Cuéntame'. Pero entonces se produce el milagro: que 'Endeavour' es realmente buena. Pero no como esperamos que sea buena hoy una serie.

Oxford calle a calle

Endeavour Morse es el extravagante nombre del protagonista de la serie, un detective superdotado que sufre inserto en el sistema policial no poco corrupto y sumamente torpe de la ciudad de Oxford. Esta localidad universitaria, togada, sale casi calle a calle en la serie, y prácticamente los creadores se han inventado un muerto para cada negocio, institución o centro comercial del lugar. Hay asesinatos en la mercería, en la iglesia, obviamente en la universidad; también en fábricas, en talleres, en librerías, en mansiones de la campiña y en miserables apartamentos de la periferia. Todo esto lo recorre Endeavour con su inteligencia privilegiada y la compañía del bruto compañero que le aguanta, el noble y tradicionalote Fred Thursday, cuya hija y Endeavour van conociéndose muy decentemente.

“Si el señor no guarda la ciudad, el centinela solo se despierta en vano”, escuchamos decir al jefe de policía en el capítulo 2 de la quinta temporada (Salmos 127; cita por cierto que también aparece en la novela 'Tomás Nevinson', de Javier Marías). Este es un poco el tono moral de los muertos que se ficcionan, siempre dos por cada capítulo. Uno para empezar, y otro para dar ánimos.

Pasados dos o tres episodios, la serie se instala definitivamente en tu rutina. Te ha conquistado y no sabes por qué. Yo les diré por qué

Pasados dos o tres episodios donde uno no acaba de reconocer el picorcillo que le mantiene pegado a la pantalla, la serie se instala definitivamente en tu rutina. Te ha conquistado y no sabes por qué. Yo les diré por qué.

A diferencia de casi todas las series populares, premiadas o citadas, 'Endeavour' viene para dar descanso a la glándula de mitificación que todos llevamos dentro desde Los Soprano. No, no hace falta que veneres 'Endeavour', no hace falta que te pongas un póster en tu habitación, no hace falta que te sepas el nombre de su creador ni de sus actores principales. No rogarás porque hagan otra temporada: la harán sin que te humilles. Porque 'Endeavour' es una serie como eran antes del año 2000: una simple obra de televisión para entretenerte y hacer que te olvides de tus problemas. Eso es todo.

Escena de 'Fugue', capítulo de la primera temporada de 'Endeavour'.
Escena de 'Fugue', capítulo de la primera temporada de 'Endeavour'.

Frente al esfuerzo —que no notáis, pero ahí está— que exige 'True Detective' o incluso 'Juego de tronos', como de estar al mismo tiempo disfrutando y necesitado de decir algo muy inteligente o perspicaz sobre cada nueva temporada en Twitter o en la oficina, 'Endeavour' es una serie que te permite no tener nada que decir sobre ella, y eso es lo mejor que puede decirse sobre ella. La incansable creatividad de los guiones, la sorpresa constante de la resolución, la gracia de las pamelas y los chalecos y los sombreros, el runrún del paso de la Historia por Oxford con sus bandas de melenudos, sus drogas, su tecnología, que poco a poco asoma en cada capítulo, resulta simplemente gratificante. No te cambia la vida. Te deja vivir.

Lo cual no obsta, en medio de una calidad casi milimétricamente exacta por capítulo, para que 'Endeavour' tenga también sus episodios excepcionales. El primero de todos llega en la temporada 1, se titula 'Fugue', una genialidad desconcertante. También 'Presa', en la temporada 3, merece, incluso, ser visto sin pasar por los 10 que lo preceden.

Pero si tu vida necesita de 50 horas de sedación absoluta, de puro entretenimiento sanísimo, el visionado completo de 'Endeavour' resulta insuperable. Es como la serie que te rehabilita de toda esa sacralidad un tanto penosa con la que se ven hoy todas las series.

Fuente: El Confidencial