El promotor que ha moldeado los gustos musicales de Madrid en los últimos 40 años

Madrid no sería la misma si Julio Martí no se hubiera dedicado a hacer conciertos. El promotor valenciano, con medio corazón en la capital, es uno de los nombres que han definido los gustos e intereses de los aficionados a la música desde lugares como Conde Duque, la Muralla Arabe, la Casa de Campo o, en la actualidad, el jardín botánico de la Ciudad Universitaria.

Las Noches del Botánico, en su sexta edición, de la que es director artístico, se muestran más exuberantes y completistas que nunca. Entre junio y julio pasarán por su escenario más de un centenar de formaciones nacionales e internacionales. “Y además han querido repetir Herbie Hancock y Tom Jones, que se cayeron en la edición de 2020 por la pandemia. Es una oportunidad de ver a dos figuras que forman parte de la historia de la música”, comenta orgulloso Martí, que mantiene un estilo que ha ido afinando a lo largo de los años.

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En Noches del Botánico hay mucho amor por la cultura latina, caribeña, africana, brasileña, europea y el flamenco más de aquí. Un cartel que no tiene comparación con ningún otro de la geografía española, donde se alterna el buen gusto, con un cierto reconocimiento social y cultural. Ahí están Pat Metheny, Patty Smith, Madness, Marisa Monte, Wilco, Belle And Sebastian, Ben Harper, Carlos Vives, Juanes, Nacho Vegas, Muchachito Bombo Inferno, Diana Krall, India Martínez… y así en una lista interminable. “Nuestra vocación siempre ha sido internacional. Pero creemos que los madrileños nos ven como un festival ya asentado y podemos permitirnos traer muchas cosas que les gustan, a pesar de la innumerable oferta que hay este año”, indica de un valor que muy pocos directores artísticos pueden asegurar.

Julio Martí. (NDB) Julio Martí. (NDB)

El hombre que conoce al madrileño

La historia de este selector de selectores da comienzo a finales de los setenta, cuando se instala en un efervescente colegio mayor llamado San Juan Evangelista, más conocido como el Johnny. Desde allí, lanzado a la programación de estrellas del jazz, se hace un hueco y posteriormente programa, en 1983, el IV Festival de Jazz de Madrid en el Palacio de los Deportes. Figurones como Miles Davis, Dexter Gordon, Chick Corea o Cecil Taylor, se dieron la mano con personajes de aquí como Tete Montoliú, Pedro Rui Blas o Carles Benavent.

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Era un momento en el que Madrid necesitaba salir a la calle y vivir la música como si no existiera nada más. Las crónicas que en esos años realizaron José Manuel Costa, Diego Manrique, José Ramón Rubio y muchos otros periodistas así lo reflejan. “Nosotros comenzamos a hacer los Veranos de la Villa, cuando aquello tenía lugar en el Cuartel del Conde Duque. Pude programar durante muchos años a grandes de la música africana, latina y brasileña, que eran las líneas que me interesaban. Además de mucho jazz, un estilo con el que estaba familiarizado”, comenta con total normalidad, mientras recita los nombres de corrido de BB King, Johny Winter, Celia Cruz, Tom Jobim, Caetano Veloso, Salif Keita o Joao Gilberto, entre decenas y decenas que pasaron por sus manos, en una carrera de más de cuarenta años.

Atardece en las Noches del Botánico. (NDB) Atardece en las Noches del Botánico. (NDB)

Un aprendizaje que le ha servido para domar y ajustar los gustos del público de Madrid. “No siempre se puede hacer lo que uno quiere. Lo que la experiencia te dice es que hay que conjugar todo un poco, siempre siendo rigurosos. Sin olvidar el aspecto lúdico del madrileño, que siempre quiere pasárselo bien”, continúa comentando, a la vez que dice que fue uno de los primeros impulsores de la salsa y que no tendría problema en programar reggaetón, “pero ya hay mucha gente que lo hace bien”.

Edición ampliada de Noches del Botánico

Para este año traen a Prince Royce (24 de junio), que presentan como heredero de Juan Luis Guerra y contemporáneo de J Balvin o Bad Bunny. “Su forma de modular la bachata y hacerla sonar radicalmente actual lo han encumbrado a los puestos nobles de la música nacida en el Caribe”, señalan fuentes de la organización.

“Cuando empezamos en el Botánico —que era donde se programaba el mítico Complujazz— lo hicimos de forma bastante pequeña, nada que ver con lo que ofrecemos ahora. Al principio nos llamábamos Madgarden, pero vimos que no conectaba del todo con el público”, recuerda Martí de unas fechas en las que también se daba forma a un festival mucho más expansivo, el Mad Cool. “Por eso también cambiamos de nombre”. Fue tomar el de Noches del Botánico y empezar a ir todo como la seda.

Cinco años magníficos. “El último año, antes de la pandemia, hicimos un aforo de 90 mil personas. Luego todo se torció un poco y tuvimos que contenernos. Hacíamos de policías, algo que no nos gusta nada. Ahora se nota que todo ha vuelto a la normalidad”, dice con ánimo retrospectivo. Después de llevar una semana, que se inauguró con un lleno espectacular de Fangoria y Nancys Rubias, se felicita.

Vista aérea de las Noches del Botánico. (NDB) Vista aérea de las Noches del Botánico. (NDB)

“Este año estoy muy orgulloso también de los conciertos dobles que hacemos. A veces son los más difíciles, porque los dos artistas deben estar de acuerdo. Eso implica un trabajo muy laborioso para que entiendan el valor de cada uno”, comenta de shows como el de la próxima semana que junta en un mismo escenario a León Benavente con Los Estanques y Anni B Sweet o, a final de mes, a Marisa Monte y Gustavo Santaolalla.

Él, que ha sido defensor del flamenco y de las nuevas corrientes que este vivió en los noventa, denostadas por la crítica, ve con una sonrisa la tendencia que sucede ahora. “Me gusta mucho C Tangana, le veo como un divulgador. El día que estuve en su concierto en el Wizink Center me di cuenta de que todo el mundo se sabia de memoria su repertorio, pero cuando llegaba el popurrí de canciones populares la gente no era capaz de cantarlas”, comenta del momento en que el madrileño salía a cantar los clásicos de Ketama (No estamos locos), Ray Heredia (Alegria de Vivir) o Navajita Platea (Noches de bohemia).

“Al final esta es una forma de acercar la cultura popular de antes a las nuevas generaciones”, reflexiona. Un trabajo que Martí lleva haciendo cuarenta años sin despeinarse, aproximando la música del pasado que más presente está. Alternando y jugando con las apetencias e intereses de una capa muy amplia del público de aquí. En definitiva, modelando los amplios y diversos gustos musicales del madrileño de a pie.

Fuente: El Confidencial