Borja Sémper: «Aznar era un mediocre pero se rodeó de gente buena, y eso le hizo grande»

Borja Sémper (San Sebastián, 1976) llega al Café Central y sonríe desde el principio. Se coloca en la silla, se mira al espejo y se ahueca el pelo en un gesto claramente ‘luismiguelesco’. “Pues tú dirás”, suelta. Pero el que dirá es él, quitado ya el corsé que le vinculaba a unas siglas, las del PP. Suelta varias perlas, algunas de ellas puñaladas que envuelve con el gesto del pillo de clase. También habla del miedo que le provocó ETA y tirará de humor negro cuando diga que lo peor de todo aquello era lo difícil que resultaba ligar con escolta.

Han sido muchos años en política y en el PP, con el que llegó a ser primer teniente de alcalde de Irún y presidente de su partido en Guipúzcoa. En 2015 encabezó la lista popular para las elecciones generales por Guipúzcoa pero no logró escaño, en las generales de 2016 volvió a intentarlo y se quedó en el camino, y también quiso ser alcalde de su ciudad en las municipales de 2019. En enero de 2020, cuatro días después de su cumpleaños, anunció que abandonaba la política. Fichó entonces como director de Relaciones Institucionales de EY.

Foto: J.H.

Sémper ha leído muchos libros y ha escrito un par de ellos. Rendido admirador del guionista Aaron Sorkin, se convierte en humano cuando confiesa que ha visto mucho de Lina Morgan porque a su padre le fascina, que abandonó un concierto de Rafael en San Sebastián porque a las tres horas él estaba agotado “¡y el cabrón ahí seguía!”. Que le encanta Beyoncé y todo lo que huela a distopía y a “holocausto zombie”.

PREGUNTA. Esperanza Aguirre ha escrito un libro titulado ‘Sin complejos’.

RESPUESTA. ¿Sabes que yo tengo un libro que se titula así?

P- Por eso se lo pregunto. ¿Va a ir a la presentación?

R. Tengo otro compromiso y no voy a poder. Es un día laborable.

P. ¿Pero le gustaría?

R. Me hubiera gustado ir como voy a presentaciones de todo tipo. Siempre es un placer escuchar a Mario Vargas Llosa.

P. ¿Y a Esperanza Aguirre?

R. Sí… Pero últimamente veo a Esperanza Aguirre más como Señorita Rottenmeier que como otra cosa. Está riñendo mucho.

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R. Como para decirle que le ha plagiado el título del libro…

R. Ya me ha regañado mucho. A estas alturas poco le importará lo que diga o haga.

P. ¿Por qué motivo le regañó?

R. Recuerdo por qué lo hizo, pero es que no te lo puedo contar…

P. Ya empezamos…

R. Siempre respeto mucho a la gente que es auténtica, tiene personalidad propia y que no se corta. Y en política más, creo que debe haber perfiles singulares. Los fans y los detractores de Esperanza coinciden en que tiene muchas aristas y muchas caras. Hay cosas que no entiendo ni me gustan de ella, pero ya está. A ella no le gusta nada de mí y a mí me gustan algunas. Soy más amable.

P. ¿En qué se parecen Aguirre y Díaz Ayuso?

R. Creo que son muy diferentes, pero las dos encontraron un perfil y un discurso propio para Madrid y han sido capaces de interpretar ese territorio.

"Últimamente veo a Esperanza Aguirre más como Señorita Rottenmeier que como otra cosa. Está riñendo mucho"

P. ¿Cómo habría encajado el discurso de Ayuso en el País Vasco?

R. Bueno, en el sitio del que vengo también hablábamos de libertad, sobre todo de ausencia de ella, porque era real, palmaria. Te acosaban, te mataban, o te hacían la vida imposible.

P. ¿Es Pablo Casado lo mejor que hay en el PP?

R. Creo que es el presidente del PP que más difícil lo ha tenido para serlo, y el que más difícil lo tiene para ser presidente del Gobierno. Creo que es un gran tipo, amable, educado, majo. El PP tiene gente muy buena y el presidente no tiene por qué ser el mejor, lo que debe saber es rodearse de los que lo sean. Aznar era un mediocre y se rodeó de gente muy buena; eso le hizo grande.

P. El miércoles que viene Felipe González va a divertirse a ‘El Hormiguero’.

R. Me parece grandioso.

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P. También hemos visto las declaraciones de Aznar a propósito de la ola de migrantes en Ceuta. ¿No cree que hacemos demasiado caso a los expresidentes y el más listo, por discreto, sigue siendo Mariano Rajoy?

R. Con el tiempo he llegado a pensar que ser un buen expresidente es más difícil que ser presidente. Tienes que añadir cosas como la generosidad, el sentido de estado, el trascender las siglas, aportar en vez de criticar. Probablemente Aznar es de los peores expresidentes del Gobierno y Felipe González, uno de los mejores, aunque el mejor sigue siendo Mariano Rajoy.

P. ¿Quiere que acabemos la entrevista? Ya tengo varios titulares.

R. ¡Pero si estoy siendo moderado!

P. Usted lo ha querido. Trabaja usted ahora en una Big Four, un sector -auditoría y consultoría- que carga con un montón de etiquetas. Además de acusarles de ser más bien máquinas trituradoras de carne, una de mis noticias favoritas de todos los tiempos es la que publicó este diario sobre el Excel de los enchufados de Deloitte. Ayúdenos a derribar tanto prejuicio, por favor.

R. Yo no es que llegara con prejuicios, porque ya conocía este mundo, pero llegaba con ignorancia. No sé cómo son el resto, pero en la que estoy (EY) no se mide a la gente por el apellido, nos llegan al año unos 3.000 CV y la mayoría son ciegos. Creo que el mundo ha cambiado, y creo que hace años, para entrar en determinadas compañías el apellido, la universidad, la escuela de negocios importaba… y por tanto, niños y niñas de familia bien eran los que tenían más posibilidades de entrar en determinados sitios. Ahora percibo que eso es diferente. El CV es importante y las notas también, pero se piden otras cualidades. A nosotros nos importa su trayectoria académica pero también que hagan más cosas. Que haya hecho voluntariado, que toque en un grupo, que le guste el arte, la literatura…

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P. Su sector ha cambiado, pero a lo mejor si preguntamos a los que están en esa cafetería no saben lo que hace su empresa. ¿Qué les diría?

R. Somos una especie de médico de empresa. Una compañía de servicios profesionales que asiste a otras empresas en aquello que no pueden hacer, o porque nosotros lo podemos hacer mejor.

P. Cuanto entró en EY, ¿cuánta gente le acusó de entregarse a las puertas giratorias?

R. Bueno, yo abandoné la política porque necesitaba un cambio vital, era una necesidad, y porque no me sentía interpelado por el debate político, creo que hay gente que sabe interpretar mejor el momento y hacer política mejor que yo. Hoy, depende de a quién escuches, y sobre todo si son los más tontos, las puertas giratorias son todo. Da igual, no me importa. Me han contratado porque han confiado en mí, y aunque mi trayectoria política no les ayudará a conseguir contratos, supongo que les vendrá bien para otra cosa…

Pero esto me da pie a una cosa que me apetece contarte. ¿Qué estamos haciendo con la política, el nivel de desprestigio al que están abocándola los propios políticos, y nosotros como sociedad? Si la política se paga de una forma determinada, si cuando entras pasas a ser un personaje público y especialmente controlado y acosado, y cuando quieres dejarla te vas gracias a una puerta giratoria, vamos a convertirlo en algo a lo que solo se pueda dedicar un profesor de la Complutense como Pablo Iglesias, porque es funcionario, o alguien que venga rico de casa. Luego hay una tercera vía, que es la de alguien que no tiene dónde caerse muerto y no le cogen en ningún sitio. Esto me preocupa, porque hay gente muy buena.

"Para dedicarte a la política, en todo caso, es importante que la gente te guste, que no te dé repelús"

Para dedicarte a la política, en todo caso, es importante que la gente te guste, que no te dé repelús. Todos tenemos prejuicios y sesgos que nos vamos quitando con los años. Conviene que tengas tus ideas firmes pero no seas un sectario, haberte leído un libro al menos. Sinceramente, no sé definir qué es ser un buen político, pero cuando lo veo lo reconozco.

P. Dígame tres nombres que lo cumplan.

R. Me pones en un compromiso. Tiendo a irme a la generación anterior porque son referencias más sólidas. Yo mamé política y me apasioné por ella por Gregorio Ordóñez. Hoy algunos de los que invocan su nombre se cabrearían mucho y se escandalizarían por cosas que decía, como que tenía que recibir y tratar igual de bien a un ciudadano que hubiera votado al PP o a Herri Batasuna, porque se trataba de resolverle su problema. Hoy le habrían dicho de todo. Deja que piense más nombres, que no es tan fácil.

P. ¿Qué sintió la primera vez que escuchó el concepto PP Pop?

R. Sabía que era para debilitarnos, para hacernos daño, para crear una sombra sobre nuestro compromiso, pero si te soy sincero, y voy a utilizar una expresión malsonante, me la sudaba, porque quienes así nos denominaban no habían empatado con nadie ni habían demostrado nada.

Aunque algo sí dolía, claro, porque era un momento en el que intentábamos sacar la cabeza después de años en los que ETA nos quería matar. No queríamos parecer un PP vasco enfadado, triste, ensimismado con su dolor. Dijimos: tenemos derecho a divertirnos y a hacer un mitin con un grupo de música. Por cierto, el director de la campaña se llama Iván y se apellida Redondo.

Foto: J.H.

P. Hablemos de algo muy serio. Le contó a 'El País' que si no le mató ETA fue porque faltó ese día a clase. ¿Cuántas veces ha sentido de cerca el miedo?

R. El miedo que más recuerdo era por mis padres y mi hermano. Temía los insultos a mi madre y a mi hermano, en el colegio y en el instituto. Yo habré estado acojonado seguro, pero hoy no lo recuerdo. Aunque es verdad que intentaba aplacarlo con cierta frivolité, un poco de sentido del humor. Intentaba tomármelo a broma siendo consciente de que no tenía ninguna gracia. Y luego me daba pavor que ser amenazado por ETA me impidiera ligar, eso era lo que me importaba. Imagínate no solo convencer a una chica, sino que aceptara mis circunstancias, cosa que le daba mucho mérito a la cosa. Un polvo entonces contaba por diez.

P. Sigamos siendo frívolos. ¿Siente usted que cae mal? La vida le sonríe, tiene pelo y no tiene tripa pasados los 40, es feliz con su pareja, sus hijos, tiene trabajo fijo, y eso irrita profundamente a muchos… Ahora me dirá que no es consciente de nada de esto.

R. Probablemente algún amargado o amargada piense esto, pero es que nos debería importar muy poco. También creo que la gente no es tan capulla en la vida real como en Twitter. Quiero creerlo, al menos. Y prefiero que saquen la bilis en las redes que en la realidad, sinceramente. Cuando estaba en política no bloqueaba a nadie, pero ahora lo hago con cualquier gilipollas. ¿Por qué tengo yo que interactuar con idiotas? Tampoco me gusta hacer personalismos en redes, aunque la única persona con la que lo he hecho últimamente es Pablo Iglesias, porque creo que su papel en la política ha sido muy tóxico. Pero es buena guía ser educado también en redes. Vivir en el País Vasco me ha hecho relativizar el capullismo de la gente.

"Intentaba tomarme las amenazas a broma siendo consciente de que no tenían ninguna gracia. Me daba pavor que me impidiera ligar"

P. ¿Usted cree que la marcha de Pablo Iglesias de la política la tenía meditada desde hace tiempo, y sus últimos movimientos no han sido sino la culminación de un gran troleo?

R. No lo sé, creo que Pablo Iglesias es un hombre hecho para la política pero no para una institución. Detrás de una pancarta es mucho más cómodo y fácil. Creo que interpretó como nadie un momento determinado, que fue capaz de canalizarlo, y eso es un meritazo. Pero el Podemos posterior no solo ha incurrido en los peores vicios de la peor parte de la política que ya traíamos, sino que es un hombre que se ha enmendado en todo lo que dijo. Y eso te hace perder credibilidad.

Y luego, otra cosa sobre la gente maleducada: ¿en qué momento creyeron que ser un borde o estar todo el día metiéndote con gente es útil en política? Hay gente a la que yo no le he oído una idea buena en su vida. No que la comparta, sino en propositivo. Por ejemplo, en la campaña de las autonómicas de Madrid, veía a Mónica García y no cambiaba de canal, la escuchaba. Probablemente el 90% de las cosas no las compartía, pero veía que se lo estaba currando y contando las cosas que quería hacer.

P. ¿Le gusta que alguna vez se hayan referido a usted como verso suelto?

R. Entiendo que la prensa tiene que simplificar la idea para compartirla, pero al final tú compartes cuatro o cinco ideas con tu partido y con el resto puedes matizar e incluso discrepar, no compartirlo, y no pasa nada. Pero en lugar de ir ahí, vamos en la dirección contraria. Llegó un momento en el que tampoco quería convertirme en una caricatura, aquel al que llamaban para reaccionar ante algo que decía uno de mi partido. Eso sí, me importaban y me jodían mucho más los corruptos de mi partido que los de otro. Comparto carné de militancia con gente que ha metido mano en la bolsa. Y mientras a mí me querían matar.

"Comparto carné de militancia con gente que ha metido mano en la bolsa. Y mientras a mí me querían matar"

P. La cosa hoy va de mujeres. ¿Qué opina de Cayetana Álvarez de Toledo?

R. Creo que a Cayetana ni la leen ni la entienden muchos de los que se dicen fans, sobre todo los que están más vinculados con Vox. Esos la tienen como una Marianne, cuando ella representa la antítesis de Vox. Cuando escribe y publica cosas la leo siempre, y la escucho porque me interesa, y creo que siempre puedes sacar algo. Ahora bien, conviene cuando estás en política que la gente no tenga la sensación de que eres demasiado soberbia. La política no consiste en tener razón, sino que te la den. Dicho esto, creo que es una buena encajadora, y que entendió que si da una hostia, la puede recibir.

P. ¿Santiago Abascal qué tal?

R. Tengo de él una opinión extraordinaria. Le considero mi amigo y espero que lo seamos durante muchos años. Ahora, su discurso y el de su partido político es de los más nocivos que hay para el presente y el futuro de España. Pero a él le respeto y siempre le defenderé como persona, porque hemos compartido momentos muy jodidos y también muy divertidos teniendo 20 años. Eso necesariamente une. Tampoco me parece lo peor que hay en Vox.

Fuente: El Confidencial